Se han convertido en las pulseras del verano de la mano (o la muñeca, mejor dicho) de Sara Carbonero, la presentadorísima envidiada en todo su ser por su agraciado físico y su sonada historia de amor y muestras en público de la misma (ñññññññ!!!). Y claro, una diva del momento tiene que poner algo de moda, que si no vaya diva de tres al cuarto sería. Pues así reaparecen los típicos decenarios y se crea la fiebre y el afán por tenerlos todos, y todos.
-Tengo uno azul, Encarnita.
-¿Pero cómo el azul? ¿Azul qué? ¿Azúl cielo o azul marino?...
Y...¡si! es que los hay en todos los colores, tonos y brillos.
Paseando por las fiestas de un barrio cercano, me di cuenta que los puestos se llenaban de montones de estas pulseras y no poca cosa, no, que si el stand era de metro y medio, al menos metro y tres cuartos tenían grupos estratégicos esparcidos de decenarios, todas las muchachas agolpadas viendo qué color les falta o cuál quieren tener repe, que nunca está de más.
Sin ir más lejos mi amiga Monste está con problemas gastrointestinales por ellas. Necesita una, y otra, y otra...así hasta tener luxación de muñeca. Pero ella necesita las originales, las Sara Carbonero de pedigrí, y la muchacha no llega a terminar la semana agusto porque su paga semanal queda recortada por este nuevo vicio.
Ya le he dicho que gaste menos y estire tiempo, se meta en youtube y busque uno de los tantísimos tutoriales que hay, y así, que abarque toda la gama de colores habidos y por haber si le da la gana, hasta que se canse de llevarlas y la próxima diva del momento cree nuevas tendencias.
Yo, si quiero llevar nudos e hilo, no me complico y acudo a mi caja preadolescente donde guardo mis multicolores pulseras de campamento.
Ahí queda mi queja, que, imagino, será lo mismo que pensáis muchos de vosotros.